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¡De la Macarena Meta para el mundo!

“Viajar sirve para ajustar la imaginación a la realidad, y para ver las cosas como son en vez de pensar cómo serán”. (Samuel Johnson, literato inglés)

Hace poco tuve la oportunidad de visitar un lugar mágico que desde siempre me había causado curiosidad, sin embargo, debido a la guerra en Colombia nunca fui pues parecía no ser seguro. Hoy quisiera dedicarle esta columna a nuestro guía Yerlis, un chico trabajador y lleno de esperanza que pese a ser víctima del conflicto en Colombia es un constructor de paz y nos inspira con su increíble historia ¡De la Macarena Meta para el mundo! y como dice la frase que comienza el artículo, no se imagine: vaya y conozca.n2

Y es que para muchos raspar coca fue su única opción, nacieron en medio de la guerra en poblaciones abandonas por el Estado y aún así plagadas de políticos corruptos y militarizadas. Ver un fusil era más común que ver un lápiz. La Macarena Meta es un municipio golpeado por el conflicto armado entre el Gobierno y las Farc que hoy decide enviarle un mensaje al mundo como pioneros del programa ‘Turismo, Paz y convivencia’, donde jóvenes como Yerlis son capacitados para ser guías turísticos y embajadores de un legado natural que necesita de nuestra preservación.

Muchos hemos oído hablar del famoso río de los siete colores en la Serranía de la Macarena donde un arco iris se derritió. Pero tal vez pocos sabemos que el turismo allí se ha convertido en una fuente de esperanza para las personas locales donde se cambian las balas por un par de zapatos de trekking para guiar a los miles de turistas que morimos por conocer esta maravilla natural. Y sí, el turismo bien manejado puede ser una herramienta de transformación social donde todos podemos aportar nuestro granito de arena en esta región para apoyar a este grupo de jóvenes valientes que lo apuestan todo para lograr un futuro diferente para sus familias.

n1La invitación es para que se animen a apoyar al pueblo Macareniense, a que amplifiquemos sus voces y sepamos que ‘La Macarena’ es un lugar seguro, donde no hay lujos porque no se necesita más que su gente amable dispuesta a mostrarnos toda su riqueza ecológica y cultural. Donde se come muy rico en hoja de plátano y no le cobran más con el cuento de lo orgánico porque eso allá simplemente es un hecho; donde la aventura se vive a pie, a caballo, en lancha y hasta nadando. Se puede ir en cualquier momento del año pues su oferta ecoturística es muy amplia por su ubicación privilegiada.
Dejese maravillar por las tortuguitas que lo salen a saludar cuando va atravesando el río guayabero, sorpréndase al escuchar los delfines rosados, los micos, las pavitas y hasta aves que no conocía; descubra la diversidad de nuestro país con el colorido de las lagartijas, los peces, los loros, las guacamayas y por qué no, de un hermoso atardecer llanero. Adéntrese en el raudal y descubra los dibujos en piedra, sobrevuele por el chiribiquete y maravíllese con los tepuyes; vaya a caño cristales y llénese de vida con las cascadas y la vista de la macarenia clavigera y sus diferentes colores. No se pierda el parrando llanero con la deliciosa mamona y sobre todo, no se le olvide llevar consigo un guía como Yerlis, que sin duda hará sus recorridos más emocionantes. Apoye agencias de viajes locales y dele una oportunidad a los hoteles de ‘La Marena’, que aunque no tendrán las sabanas de 800 hilos, le permitirán disfrutar de un viaje confortable donde podrá apreciar el universo de lo sencillo.

Natalia Jiménez Aristizabal, noviembre 2016 –  © Mozzafiato

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