Hasta más

 

Cáncer en la matriz.

Así le afirmó el oncólogo a Cielo. Pero después de este diagnóstico, adjuntó:

Cielo, en este momento empezamos con la quimioterapia, mientras evaluamos la necesidad de una cirugía.

El médico acompañó a Cielo hasta la puerta del hospital y la abrazó fuerte. Despidiéndose le dijo:

Coraje, no te desanimes y salúdame tus niños.

Cielo abrió la puerta de la casa. María y José se botaron encima. Abrazándola y besándola dijeron:

Mamá, mamá, mamita linda, te hemos extrañado mucho ¿A dónde fuiste mamita bella?

Estaba haciendo compras y les he traído un regalito.

¿Qué cosa mamá?

Dos galletas de Milo.

Gracias, mamita linda.

Mamá, pasó el cartero y ha dejado esta carta.

Gracias, mi amor.

La carta era del Sena, donde Cielo había finalizado el mes anterior un curso de gestión y manipulación de productos alimenticios, relacionado con las nuevas tecnologías. Cielo casi no creía lo que estaba leyendo. Era la comunicación de que fue seleccionada como primera a nivel nacional en el examen en Bogotá, ganando una maestría en Medellín por seis meses con todo pagado, hotel, alimentación y también un salario mensual. Al finalizar, haría una pasantía y después, el asenso a una gran empresa multinacional.

No le parecía verdad, en este momento tan difícil, donde estaba luchando también contra su ex esposo que quería quitarle los hijos mediante el Bienestar Familiar.

Era un ex esposo vulgar, delincuente y peligroso. La había siempre pegado en presencia de los niños. Ella lo había demandado muchas veces. Solo después de mucho tiempo, había logrado obtener una orden judicial de protección y alejamiento con el juez.

Pero él iba al inicio de la calle de donde vivía Cielo, para insultarla gritando como un loco. Era una pesadilla muy grande. Cielo se sentó un momento. Tenía que reflexionar. Organizar bien las cosas. Qué hacer con sus hijos. Con quien dejarlos, por lo menos inicialmente.

La única solución que le parecía viable era su mamá. También, su madre estaba enredada en asuntos complicados y con ella la relación últimamente estaba deteriorada. Y por esto le pesaba pedirle este favor. Pero no encontraba otras soluciones.

Pensó en que una vez llegara a Medellín, miraba como llevarse a María y a José. Decidió compartir con los niños la noticia esa misma noche. Les dijo que se portaran bien en casa de la abuela y que después de las primeras dos semanas regresaba y les llevaba muchos regalitos. María le preguntó:

Mami, me regalas la muñeca de Winx.

Hasta más—le contestó Cielo a su niña.

Escuchando su hermana, José tiró de la manga del vestido de su madre y le dijo:

Mami a mí el coche de la Ferrari.

José hasta más—dijo la madre.

Dos días después, Cielo abrazó a sus hijos en la casa de su mamá y se montó en un taxi. Una vez en el terminal, sintió un dolor profundo en la parte baja del abdomen. Se sentó y se dio cuenta de que al frente estaba la capilla con la imagen de la Virgen.

Cuando se recuperó, se arrodilló y empezó a orar. Mientras estaba rezando una mano le toca la espalda se volteó y estaba el Padre Everardo, el ex cura de su Iglesia, ahora trasladado a otro pueblo. El Padre sonriendo la saludó:

Cielo ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí? ¿María y José cómo están?

Viendo la hermosa sonrisa del Padre tan limpia y llena energía y escuchando estas sencillas preguntas, Cielo empezó a llorar.

Y no lograba parar, como un alivio.

El Padre un poco preocupado se acercó, le acarició la mejilla y la abrazó sin hablar ni preguntar nada. Cielo le contó todo sobre el cáncer, de la situación con los niños, del ex esposo y del pesar de dejar los hijos en casa de su madre.

Con los ojos llenos de lágrimas y con voz entrecortada por los sollozos, susurró al sacerdote:

Padre ¿Dios me ayudará con la situación en la que me encuentro?

Hasta más —le contestó el Padre Everardo.

 

Baldassarre Aufiero, Armenia (Quindio) julio 2013 – Mozzafiato Copyright

 

Ufficio Stampa