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Sobre el rechazo excluyente

Que sólo nos indigne el maltrato a la mujer si ésta es famosa, bonita y sale en televisión es un síntoma del malestar en nuestra cultura. La normalización de la violencia, la justificación de actos de maltrato y hasta al mismo maltratador se han vuelto parte de lo que leemos, vemos y vivimos a diario. Se juzga con una aterradora naturalidad que pareciera cosificar nuestra propia humanidad.

Tratando a seres vivos como un número más en los medios, en las estadísticas y hasta en nuestra vida cotidiana. Desde hace mucho tiempo nos enfrentamos a una crisis de principios y valores permeada por la narcocultura y una falsa moralidad que se refugia en creencias religiosas que polarizan entre lo bueno y lo malo.

Los últimos días he visto nacer y crecer un gran movimiento de rechazo al maltrato contra la mujer bajo el #YoSíDenuncioaMiAgresor que ha tenido un gran impacto mediático y, que nació de un episodio de maltrato en contra de una actriz colombiana. Recordemos que la tragedia de los feminicidios y el maltrato de género es un mal que agobia a toda Latinoamérica e incluso a otros continentes.

En Colombia, todos los días asesinan líderes sociales, decenas de mujeres sufren ataques con ácido, personas mueren de hambre, hombres y mujeres sufren de matoneo, hay niñas y mujeres siendo agredidas psicológica y físicamente, crecen las cifras de agresiones sexuales a diario, entre muchas otras grandes tragedias.

Recordemos que cualquier tipo de violencia es inadmisible y debería generarnos repudio e indignación.

Lo que le pasó a esta actriz es inaceptable y es muy positivo ver que las personas estén reaccionando a este tipo de agresiones pero los invito a no ser excluyentes con el rechazo al maltrato y a cualquier otro acto de violencia sea quien sea: un campesino, una celebridad, un niño, una mujer, incluso un animal o cualquier otro ser vivo.

Natalia Jiménez Aristizabal,  septiembre 2018 –  © Mozzafiato

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